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Cada vez más gente joven busca pareja en agencias matrimoniales

En la Argentina, y en los últimos 10 años, el promedio de edad bajó. Ahora ronda los 30 y pico. Son personas de buenos ingresos y poco tiempo, que quieren conocer a alguien confiable. Pagan hasta $ 40.000.

Son corazones solitarios que duermen en alguno de los más de 1.700.000 hogares unipersonales de nuestro país. Solos y solas que en forma creciente demandan los servicios de las agencias matrimoniales (ahora prefieren llamarse "consultoras de vínculos"). Prometedores "Romeos" y "Julietas" que no tienen espacio en la agenda, ni paciencia, para encontrar el amor. Soledades que desconfían de quienes pueden conocer en un boliche o un bar, y optan por pagar un servicio de entre 10.000 y 40.000 pesos para que los vinculen con otra soledad que también anhele una pareja con compromiso. Un concepto escaso de la modernidad.

"Estamos ante la tercerización del corazón lo que supone la admisión franca de una cierta dificultad para buscar y encontrar por los medios personales y privados, un eventual compañero o compañera", analiza el escritor y filósofo Santiago Kovadloff.

En la búsqueda —aseguran— no hay fracasos: a menudo los encuentros combinados por los especialistas concluyen en matrimonio. "El sistema evidencia la poca confianza y el desencanto que despiertan los recursos tradicionales de búsqueda y encuentro", opina Kovadloff.

El anonimato de los clientes de estos servicios es una pared de hierro. En nuestro país los consumidores de consultoras de vínculos aún se sienten incómodos por contratar estos servicios. Entonces, cuando arman pareja, ambos partenaires crean una versión ficticia para explicar a familiares y amigos cómo se conocieron. "En Australia y el resto del Primer Mundo los servicios de las consultoras de vínculos se venden como productos en un supermercado. Pero acá la gente no lo cuenta porque tiene prejuicios y vergüenza", opina un importante dueño de una consultora de vínculos."Esta actividad va a seguir creciendo porque cada día hay más gente que tiene esa necesidad y busca satisfacerla", asegura.

Los expertos acuerdan que estos servicios son cada día más demandados y que en la última década los jóvenes de más de 30 años se sumaron al tradicional público mayor de 40. Las personas que solicitan este servicio tienen 30 años y más. Ahora viene gente más joven, quizás porque creció la inseguridad y la gente teme conocer a otros que no sean muy confiables".

Los especialistas puntualizan que la mayoría de sus clientes son personas de alto nivel socieconómico y cultural. Mujeres y hombres que viven solos. Profesionales con estudios terciarios o universitarios. Almas solitarias que pusieron más el cuerpo y la inteligencia en construir una carrera y en comprar el departamento y el auto, que en armar una pareja. Hasta que una noche llegaron a casa, se sentaron a cenar y, cuando echaron un vistazo a su alrededor, no había nadie acompañándolos. Estaban solos de toda soledad. "De mi experiencia surge que estas personas están solas porque, en general, se enganchan con otras que les repiten lo peor de uno de sus progenitores con la ilusión de que van a transformarlo", observa el psicoanalista, Sergio Rodríguez.

Aunque dentro de los consumidores de las agencias matrimoniales también están los divorciados que desean reincidir y que buscan alguien fuera del círculo de amigos que es el mismo que el de su ex. O viudos que no eligieron la soledad. O gente que se mudó de ciudad. O escritores, artistas y políticos que no pueden exponerse a que cupido los sorprenda en público.

"Antes la gente tenía sus lugares de encuentro. Se casaba un primo y una conocía a su novio en la fiesta o ibas al club. También carnaval era una época ideal en que las chicas trataban de conocer a alguien. O los hermanos traían amigos a casa", recuerda la psicóloga de familia Haydeé Toronchik, y concluye: "Hoy la gente está muy sola debido al desarrollo de una sociedad cuyos valores son la competitividad, ganar dinero, consumir, la masividad de la oferta y trabajar mucho". Un ritmo que sólo algunos románticos saben controlar para que el amor no se les escurra de las manos. A menos que contraten a una consultora.

Fuente: Diario Clarín